martes, 26 de agosto de 2008

El Velo Olímpico


Roqaya Al – Gassra es una atleta de Bahrein. Su especialidad son los 200 metros planos y por cuestiones religiosas corre como en la foto: tapada de cabeza a pies. El atuendo no la hace menos rápida, por lo tanto quienes levantan sus voces anti velo por una cuestión de eficacia deportiva se equivocan. Incluso diría que así vestida ejerce menos resistencia. Más calor sí le debe dar. En fin, Roqaya corre así, pero lo que el velo no puede ocultar es la razón de porqué las mujeres tardaron tanto en incorporarse a la mayoría de las competiciones olímpicas: el desarrollo muscular, el cansacio, la fuerza, todo aquello signado como poco feminino o en su defecto masculino.

Los 200 metros son una distancia clave. Sólo en los años 60 se les permitió a las mujeres correr más que eso, porque las carreras más largas, especialmente las de fondo, aquellas que requieren de una gran resistencia dejaban para el final una imagen que el comité olimpico no soportaba: mujeres desplomadas en el recortán, súper cansadas, sudorosas.

La incorporación progresiva de sujetos con vagina a las disciplinas deportivas está aparejada con una ampliación de los cuerpos posibles y aceptables para lo que llamaremos una mujer. Aun así mirar, y ante todo escuchar las olimpiadas, es una muestra excelente de lo que se espera de un cuerpo femenino, porque aunque institucionalmente aceptados, los cuerpos hiperatléticos, sin tetas y sin curvas producto de la musculatura, siguen siendo sino una monstruosidad al menos una rareza poco deseable... pero con dinero y medallitas.

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